En búsqueda del Monte Cervantes, el ¨Titanic¨ argentino hundido en
Ushuaia.
Un grupo de aproximadamente 15 personas, liderado por el ingeniero Carlos Pane y conformado por estudiantes de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, partió en una expedición en busca del legendario transatlántico Monte Cervantes hundido hace un siglo atras en el Canal de Beagle. La partida tuvo lugar temprano en la mañana desde el puerto de Ushuaia, con una temperatura glacial de aproximadamente 0°C.
La tripulación se embarcó en un catamarán especialmente equipado y adaptado para la travesía marítima. Con determinación y entusiasmo, el equipo se preparó meticulosamente para enfrentar los desafíos que les aguardaban en las profundidades del océano. El objetivo de la expedición es hallar y explorar los restos del Monte Cervantes, un emblemático barco que se hundió en 1930 cerca de la costa de Tierra del Fuego. Considerado como uno de los naufragios más enigmáticos de la región, su desaparición dejó numerosas preguntas sin respuesta y un halo de misterio que ha cautivado a generaciones.
El liderazgo del ingeniero Carlos Pane, reconocido por su dedicación a la historia marítima, y la participación de los estudiantes universitarios, quienes buscan enriquecer su experiencia académica con la exploración práctica, prometen una combinación única de conocimiento y audacia. Con equipo especializado y una planificación minuciosa, la expedición se aventura a sumergirse en las profundidades del océano, enfrentando desafíos técnicos y condiciones climáticas adversas en su búsqueda de respuestas sobre el destino del Monte Cervantes.
La emoción y la expectativa de los participantes de la exploración se hace evidente. Con la esperanza de desentrañar los secretos ocultos del transatlántico, el grupo inicia una travesía que promete desafiar sus límites y brindar revelaciones sobre un capítulo perdido de la historia marítima de Ushuaia. La expedición en busca del transatlántico Monte Cervantes ha comenzado, y todo el sur extremo aguarda novedades sobre el enigma que ha intrigado a tantos durante décadas. Llevaban meses preparando los detalles de la operación, desde conseguir los permisos necesarios hasta asegurarse de contar con la más moderna tecnología para exploración submarina. Su destino eran las coordenadas aproximadas donde en 1930 se hundió el transatlántico Monte Cervantes, conocido como el "Titanic argentino", que naufragó en esa zona del Canal Beagle.
Tras una navegación de 15 kilómetros bordeando la costa sur de la Isla Grande de Tierra del Fuego, el catamarán llegó cerca del Faro Les Éclaireurs. Allí comenzaría la búsqueda propiamente dicha, utilizando un sonar y otros equipos de geolocalización para encontrar el punto exacto donde yacían los restos del Monte Cervantes en Ushuaia
La expedición contaba con dos robots submarinos equipados con cámaras de alta definición y luces potentes para documentar cualquier hallazgo. Inicialmente iba a incluir también la participación de buzos profesionales, pero ante la sospecha de la presencia de orcas en la zona llevó a los organizadores a decidir que fueran solo los vehículos robotizados . El objetivo principal era tratar de localizar, a unos 30 o 40 metros de profundidad, la lámpara de navegación del Monte Cervantes. Esta podría estar cubierta de algas o haberse destruido con el correr de las décadas bajo el agua. Pero también documentarían cualquier otro vestigio del naufragio que pudiese tener valor arqueológico o histórico.
Inicialmente, estaba prevista la participación de buzos profesionales en la expedición. Esto quedo frustrado por la presencia de orcas en la zona. A raiz de esto se considero confiar en el uso de vehículos robotizados para llevar a cabo la exploración submarina. El objetivo principal era localizar, a una profundidad de aproximadamente 30 o 40 metros, la lámpara de navegación del Monte Cervantes. Dado el paso del tiempo y las condiciones marinas, existía la posibilidad de que la lámpara estuviera cubierta de algas o incluso desaparecido por el oxido.
El equipo buscó documentar cualquier todos los detalles de la búsqueda. Con la tecnología de los robots submarinos, esperaban capturar imágenes detalladas de posibles restos del barco, tales como fragmentos de la estructura, objetos personales o elementos de la maquinaria. Una variable incontrolable como es el clima , con fuertes vientos y oleaje, se adueñó de los planes de la expedición, obstaculizando todo movimiento de la expedición. El equipo siempre fue consciente de que la búsqueda no sería fácil, ya que el tiempo y los elementos acuáticos habían dejado su huella en el naufragio. Los meses de planificación quedaron frustrados al menos por el momento. Los investigadores esperan continuar la campaña en el futuro. Eligieron julio por la buena visibilidad submarina que brinda la menor actividad biológica en esa época del año, aunque tienen menos horas de luz. Pero el clima impredecible de la zona les jugó una mala pasada y no pudieron cumplir su misión en este intento.
El Monte Cervantes
El Monte Cervantes había
partido de Ushuaia rumbo a Punta
Arenas
después de una escala de 15 horas. Poco después de zarpar, colisionó contra un
banco de arena. El impacto abrió una vía de agua, inundando las bodegas. El
capitán Teodoro Dreyer logró vararlo cerca de un islote, permitiendo
evacuar a los 1.500 pasajeros. La única víctima fue el propio Dreyer.
Un misterio rodea su muerte: algunos dicen que volvió al barco y sufrió un
accidente, mientras otros aseguran que prefirió hundirse con su nave. Su
cuerpo jamás fue encontrado.
El Monte Cervantes, un barco de pasajeros de considerable tamaño y desplazamiento para su época, era una embarcación crucial para navegar las aguas del extremo sur. Aunque se le atribuye el apodo de "Titanic" ( 1911 ) debido a ciertas similitudes, es importante destacar que el tamaño real del Titanic era de aproximadamente 270 metros, casi el doble de eslora que el Monte Cervantes. Dada la cronología de los acontecimientos, es plausible pensar que los responsables del Monte Cervantes, conscientes de la tragedia del Titanic ocurrida 19 años antes, debieron haber hecho todo lo imposible por la seguridad y la salvaguarda de la vida de los pasajeros y la tripulación.
Tras el naufragio, los náufragos se distribuyeron en Ushuaia, entonces un pequeño pueblo de 800 habitantes. Incluso los presos del penal donaron parte de sus raciones para alimentarlos. Un gesto solidario en medio de la tragedia. En 1954 hubo un intento de reflotar al Monte Cervantes. Si bien lograron rescatarlo, durante el remolque el casco volvió a partirse y se hundió definitivamente en aguas más profundas. Desde entonces yace en algún lugar del Beagle, convirtiéndose en leyenda.
El entusiasmo del grupo de Pane por desentrañar su historia continua. Partieron sabiendo que el clima jugaría en contra. Pero estaban decididos a cumplir su sueño de hallar los restos de este emblemático transatlántico y revelar sus secretos.
Los restos del transatlántico Monte Cervantes, conocido como el "Titanic argentino" siguen ocultos en las profundidades. El mal tiempo impidió registrar imágenes de las partes que sobrevivieron al paso de casi un siglo bajo el agua. Los expedicionarios esperan seguir buscándolo en futuras campañas para develar sus secretos y revalorizar este patrimonio histórico.
Cómo es el Monte Cervantes. Ficha técnica:
Astillero - Blohm & Voss, Hamburgo
Tipo - Buque mixto de carga y pasajeros
Operador - Hamburg South American Line, ahora Hamburg Süd
Botado - 25 de agosto de 1927
Asignado - 3 de enero de 1928
Baja - 24 de enero de 1930
Destino - Hundido, reflotado en 1954 y hundido de nuevo
Desplazamiento - 20 000 t
Eslora - 159,7 m
Manga - 20,1 m
Calado - 11,5 m
Propulsión - 4 motores diésel de 6 cilindros • 2 hélices
Potencia - 6800 HP
Velocidad - 14,5 nudos
Tripulación - 325
Capacidad - 2492 pasajeros
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